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1987: Ernest Mandel - Sobre el potencial de la historia

15 September 2020
Ernest Mandel

Un extracto de "La dialéctica de las fuerzas productivas, el comportamiento de la producción y la lucha de clases junto con las categorías de latencia y determinismo paramétrico en la concepción materialista de la historia".

Este es el texto de la conferencia dada por Mandel en octubre de 1987 en una serie de lecturas de diferentes autores inspirados en la obra de Leo Kofler. Fue publicado por primera vez en un libro que reúne los textos de estas; Die Versteinerten Verhaltenisse zum tanzen Bringen. Beitrage zur Marxistischen Theorie Heute (Berlín, 1991), editado por Thomas Brüsemeister, Christian illian, Uwe Jakomeit, Christoph Jünke, Sivlia Lange, Jan van Lessen, René Reinshagen y Wolfhard Schwarz.

La lucha de clases como un hecho objetivo

Para una concepción materialista de la historia, es necesario entender que el mundo no puede ser cambiado conscientemente sin entenderlo correctamente.

Los intentos de cambiar el mundo forman un movimiento real. Este movimiento real existe, lo entendamos o no. La frase marxista del Manifiesto Comunista, "la historia de toda la sociedad hasta ahora existente es la historia de las luchas de clase", no tiene sentido si se asume que solo existen luchas de clase conscientes. La concepción marxista de clase es una concepción objetiva, la lucha de clases es un proceso objetivamente dado. La cuestión de cómo uno se relaciona con este movimiento real es subjetiva, pero la lucha de clases tiene lugar, independientemente de si uno la reconoce como tal o no.

Los esclavos libraban una lucha de clases sin ser conscientes de que estaban comprometidos en ella. Los siervos libraban la lucha de clases sin concebir ningún objetivo histórico mundial para esta. Y las clases dominantes también emprendieron su propia lucha de clases sin entender que eran una clase.

Paralelamente a este movimiento real de lucha de clases hay otro, el de la ciencia, de la creación de conceptos y teoría, los continuos intentos de comprender lo que realmente está sucediendo en la historia y la ciencia; la creación de una visión científica de la sociedad y la historia.

Estos dos movimientos durante mucho tiempo permanecieron independientes el uno del otro. Obviamente el primero es anterior al segundo. Marx y los marxistas intentaron conectar los dos. Si tuvieron éxito o no es un juicio que en última instancia será dictado por la historia.

Pero son dos movimientos distintos y son distintos para Marx, Engels y para todos los marxistas clásicos. Declaraciones significativas de Marx, Engels y Lenin dan testimonio de esto. Marx escribió que no despreciaba nada tan profundamente como un científico que forjara los resultados de su propia investigación al servicio de cualquier causa, incluyendo la del proletariado. Va en contra de las tareas elementales de la ciencia modificar, ofuscar o reprimir los resultados de la investigación al servicio de una tarea política.

Engels dijo, en una declaración dirigida al SPD, que el movimiento obrero necesita la ciencia socialista y que la ciencia socialista solo puede desarrollarse en completa libertad. No puede estar subordinada a ninguna dirección del partido. Sin un libre desarrollo de la ciencia, no hay ciencia.

Finalmente, hay una famosa declaración de Lenin. Dijo que solo la verdad es revolucionaria. A primera vista parece una banalidad, pero no lo es. Significa que es imposible concebir el engaño o la falsedad como instrumentos revolucionarios. Por eso no hay una ciencia burguesa ni proletaria. Solo existe la ciencia como tal. En la medida en que es burguesa, no es científica. En la medida en que es científica, no es burguesa.

Obviamente esto no significa que los conocimientos científicos, especialmente en los campos de las humanidades, no puedan ser interpretados basándonos en la ideología e intereses burgueses. Pero entonces estamos tratando con la ideología, no con la ciencia.

La ciencia corresponde a sus propias leyes, leyes que debe obedecer. La ciencia no sirve a la causa proletaria, a la liberación de la clase obrera ni a ninguna otra tarea política. La ciencia solo está al servicio de la liberación en la medida en que es ciencia, es decir, en la medida en que recoge el conocimiento genuino y ayuda a los que sacan conclusiones políticas a sacar las conclusiones correctas. Si la ciencia se apartara de esta lógica, dañaría la causa del proletariado y de la revolución, no la ayudaría.

Hay otro movimiento que corre paralelo a este, uno que es más antiguo que el movimiento de autoliberación del proletariado. Este es el movimiento de emancipación de todos los oprimidos y explotados, un movimiento que ha existido desde el final de la prehistoria. Este movimiento es el resultado de aspectos fundamentales de la antropología humana y de la naturaleza humana; el trabajo social, el carácter social del trabajo, los orígenes sociales de la comunicación, y la imposibilidad de retirarse de ellos sin un daño considerable en términos de emoción y conciencia. Todos los individuos tienen que elegir cómo posicionarse con respecto a este movimiento de emancipación, una elección que está determinada en parte por factores sociales y en parte por la psicología individual. Esta elección no es en absoluto la consecuencia automática del conocimiento científico.

Más bien es, como dijo Marx, el imperativo categórico de luchar contra todas las condiciones sociales en las que el ser humano es un ser oprimido y esclavizado. Esto significa estar del lado de los oprimidos y los explotados en todos los conflictos políticos y sociales.

Hoy en día, en las sociedades burguesas, significa ponerse del lado de la clase obrera y de otras capas oprimidas de la población, de los campesinos pobres del Tercer Mundo, de las mujeres y los jóvenes oprimidos, etc. Es un deber moral, y no se deriva de una certeza científica de que el socialismo triunfará.

Es posible convencerse de que la barbarie saldrá victoriosa, y aun así no abandonar ni por un segundo este imperativo moral categórico. Y viceversa, es posible convencerse, basándose en consideraciones científicas, de que el socialismo saldrá victorioso y actuar como un cerdo en términos morales. Cuando el movimiento socialista es dirigido por personas que tratan con desprecio a segmentos de la clase obrera o a otras capas oprimidas, lo hacen generalmente por consideraciones de la Realpolitik. Pero las consecuencias son verdaderos desastres políticos. Desde la perspectiva de la clase obrera y los movimientos de emancipación realmente existentes, no es beneficioso comportarse como cerdos inmorales.

Esa es la lección que podemos sacar, entre otras cosas, de la terrible historia de la represión estalinista y los juicios de Moscú, las grandes purgas de los años treinta durante las cuales Stalin mató a más comunistas que Hitler. Cincuenta años más tarde, estos eventos aún no han sido olvidados, y los líderes soviéticos aún se ven obligados a tomar una posición al respecto. Y esto cuando, por primera vez en la historia de la Unión Soviética, está en el poder una generación que personalmente no tuvo nada que ver con estos terribles crímenes - en ese momento apenas habían nacido.

Esto muestra que el imperativo categórico formulado por el joven Marx tiene un profundo significado político real, contrario a lo que muchos irrealistas pseudo-Realpolitikers creen. Demuestra que no hay grandes crímenes en la historia de la humanidad, y especialmente no en la historia del movimiento obrero, que no vuelvan a la atención de las nuevas generaciones, que plantean preguntas urgentes que exigen respuestas.

Por consiguiente, para quienes pertenecen a mi corriente política no es una gran sorpresa, sino más bien una fuente de satisfacción, que hoy en día en la Unión Soviética especialmente la generación más joven exija justicia para las víctimas de Stalin y la aplicación plena e incondicional del principio de la glasnost, de la apertura y la transparencia en la mirada de la historia, lo que significa la introducción de un estudio histórico honesto y científico del Partido Comunista de la Unión Soviética y de la Unión Soviética como Estado.

Esta es una condición previa para los más modestos comienzos de una democratización de la vida cotidiana. Sin conocer la verdad del pasado, el conocimiento de la verdad del presente es imposible.

También es una valiosa lección para los acólitos y seguidores de Stalin y Mao, y una lección de verdadera Realpolitik, reconocer cuál es la verdadera conexión en la historia, en la mente de las personas y en la vida cotidiana; el verdadero movimiento de la lucha de clases y el verdadero movimiento de la ciencia, el verdadero movimiento de emancipación y el verdadero movimiento del imperativo histórico y categórico de la emancipación.

La latencia en la historia

El lector se preguntará qué tiene que ver todo esto con el tema de la concepción materialista de la historia, si no se trata de una desviación sectaria hacia algún área secundaria.

Sin embargo, creo que aquí tocamos el núcleo de la cuestión, porque estamos tratando de aclarar la categoría de la latencia, una categoría que ha sido descuidada en el estudio del materialismo histórico.

Latencia, es decir, la posibilidad aún no realizada, cuya realización ya está presente en las relaciones existentes y que comienza a desarrollarse gradualmente.

Nos referimos a la relativa contingencia de los acontecimientos históricos a corto y mediano plazo, los múltiples resultados posibles de las luchas de clases, la influencia del factor subjetivo en la historia y los diferentes resultados que, en función de esas fluctuaciones, determinan a corto plazo el resultado del proceso.

He aquí un ejemplo que ilustra el papel de Stalin y la burocracia soviética en la historia: el pacto de no agresión firmado a finales de agosto de 1939 entre la Alemania hitleriana y la Unión Soviética. Hay mucha literatura sobre las razones que llevaron al gobierno soviético a hacer este pacto. Se puede discutir sobre ello, pero en mi opinión el gobierno soviético en esta situación histórica particular no tenía otra opción. Pero hubo efectos secundarios de este tratado que no tenían nada que ver con ninguna fatalidad histórica ni estaban de ninguna manera determinados por condiciones objetivas.

Me gustaría centrarme en dos aspectos: durante la sesión final en el Kremlin, en la firma del tratado, Stalin hizo un brindis por Hitler, cuyo texto fue ampliamente distribuido en la prensa alemana. Tuvo un efecto devastador sobre los comunistas, especialmente sobre los que estaban en las prisiones y en los campos de concentración. Este brindis comenzó con las palabras: "Sé cuánto ama la nación alemana a su Führer, y por lo tanto me gustaría beber a su salud. Que era necesario salvar a la Unión Soviética o rescatar a los habitantes ucranianos y judíos de Polonia oriental del ataque nazi nadie puede, en conciencia, dudar. Pero el tratado también se habría firmado sin este brindis. El discurso de Stalin fue puro oportunismo, pseudo-Realpolitik que solo llevó a la confusión, desorientación y desmoralización de cientos de miles de personas.

Además, había otro aspecto peor del tratado: sus protocolos secretos. Esta parte secreta del tratado significaba la partición de Polonia y la anexión de Polonia oriental por la Unión Soviética. Contiene la increíble frase que el gobierno soviético exige al gobierno alemán, es decir, a Adolf Hitler, que se prohíba cualquier agitación para la restauración del Estado polaco. Hoy en día nadie puede decir nada a favor de esta fórmula, pero se pueden identificar claramente los efectos negativos: el nacionalismo y la hostilidad hacia la Unión Soviética que están profundamente arraigados en la conciencia de las masas polacas, incluida la clase obrera, y por razones comprensibles.

La importancia de estos procesos radica en que toda la trayectoria histórica concreta posterior a 1939 dio lugar a una conciencia específica de los diez millones de trabajadores polacos que desencadenaron el movimiento Solidarnosc en 1980. Estos acontecimientos muestran también que este proceso histórico no tuvo necesariamente que tener lugar de esta manera, y que fluctuaciones relativamente pequeñas en la lucha de clases, en el papel del factor subjetivo y de la dirección, podrían haber llevado a resultados completamente diferentes, a una constelación completamente diferente de fuerzas sociales y políticas diez, veinte o treinta años más tarde.

A largo plazo, estas fluctuaciones pueden muy bien estar subordinadas a las grandes tendencias históricas, que vienen determinadas por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones de producción existentes, las estructuras de clase, la estructura de las grandes clases sociales así como su formación en fracciones de clase.

Pero esta es una forma de ver la historia como si se mirara a la Tierra desde el espacio exterior. No nos ayuda. Estamos en medio del proceso histórico. Para nosotros y para aquellos que vienen inmediatamente después de nosotros, es una cuestión crítica si Hitler llegó al poder, si Stalin llegó al poder, si la Segunda Guerra Mundial terminó de esta manera o de otra, si el intento de destruir el capitalismo tuvo éxito como lo hizo en Yugoslavia y China, o fracasó como lo hizo en Italia, Grecia e Indonesia. En el caso de Alemania, costó ochenta millones de vidas. En Indonesia, el fracaso le costó al pueblo indonesio un millón de muertos. Esos no son detalles históricos insignificantes. En este sentido, la relativa contingencia del proceso histórico, la posibilidad de que las luchas de clase durante un período de crisis puedan tener resultados diferentes, tiene una importancia política decisiva.

Un cliché infame, infinitamente repetido y esencialmente sin sentido de la pequeña burguesía es que la política es "el arte de lo posible". ¿Pero quién determina lo que es posible y cuáles son sus límites? Exactamente eso nos trae de vuelta al problema de la posibilidad latente, a las posibilidades que ya se han hecho posibles pero que aún no se han realizado.

Ninguna sociedad puede saltar su propia sombra y realizar relaciones de producción sin una base adecuada, sin el desarrollo necesario de las fuerzas de producción. Por consiguiente, ni la Revolución de Octubre ni la Revolución China, ni mucho menos la Revolución Cultural China, crearon relaciones de producción puramente socialistas. Para ello, esos países eran demasiado pobres.

Incluso con las mejores intenciones y las más ardientes convicciones revolucionarias, la división social del trabajo entre productores y administradores (un eufemismo para los burócratas) sería inevitable. Para superar esta división del trabajo es necesario un nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que permita la realización del producto socialmente necesario en una jornada laboral de cuatro horas. Solo en estas circunstancias se puede superar la división social del trabajo fundamental que, como explicó Engels, está en la base del desarrollo del Estado. Mientras no exista esta condición previa material, esta división social del trabajo no puede ser abolida artificialmente. Uno puede como mucho, como intentaron los maoístas, hacer que los administradores trabajen en la producción material por un día a la semana. Pero cuando uno trabaja un día a la semana en la producción material y los otros días como administrador, uno permanece separado del proceso de producción y es un burócrata. Esto es objetivamente inevitable.

Pero esto no significa que solo una configuración social, solo una versión de las relaciones de producción y las relaciones de gobierno sea posible sobre esta base. Lo contrario se puede demostrar con un ejemplo histórico.

Las fuerzas de producción existentes pueden conducir a diferentes relaciones de producción

A finales del siglo XVIII no había ninguna diferencia cualitativa básica en el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, la tecnología y la riqueza material entre Francia por un lado, Suecia y el norte de Italia por otro. Inglaterra y Bélgica, sin embargo, estaban mucho más industrializadas. Y sin embargo hubo una exitosa revolución burguesa en Francia y ninguna en Suecia o el norte de Italia. Al mismo tiempo, con el mismo grado de desarrollo de las fuerzas productivas, la misma tecnología, el mismo puñado de fábricas modernas, sobre la base de la misma infraestructura, surgieron diferentes formas de dominación y diferentes variantes de relaciones de producción.

Hoy en día estamos siendo testigos de la tercera, la revolución tecnológica y la tecnología industrial avanzada en diferentes países. Sobre la base de esta misma tecnología, las relaciones capitalistas de producción siguen existiendo. Pero sobre la base de la misma tecnología, mañana podríamos lograr una revolución socialista exitosa. No me refiero a un avance hacia las relaciones de producción puramente socialistas, sino a otras mucho más avanzadas, postcapitalistas.

No hay una determinación automática directa e inevitable. En nuestro análisis, debe introducirse un vínculo intermedio, y ese es el resultado de las etapas históricas de la lucha de clases. Volviendo al ejemplo una vez más: la victoria de la revolución yugoslava y la derrota de las revoluciones de Grecia e Italia al final de la Segunda Guerra Mundial no se puede explicar por el hecho de que las fuerzas productivas de Yugoslavia estaban más desarrolladas que las de Grecia o Italia. Más bien, hubo un desarrollo histórico muy diferente basado en fuerzas productivas similares, con una revolución en las relaciones de producción en Yugoslavia y ninguna revolución en Grecia.

Sobre la base de una infraestructura técnica determinada, el desarrollo material de las fuerzas de producción, la riqueza material y la pobreza, una sociedad puede ir en diferentes direcciones. Del mismo modo, el desarrollo de la lucha de clases puede ir en diferentes direcciones y permanecer en el marco de las relaciones de producción existentes, al menos a corto y medio plazo.

La tendencia distintiva, en mi opinión históricamente decisiva a largo plazo, es la capacidad del proletariado moderno para la auto-organización, la autodeterminación y la autoliberación, que se resume en la frase "la liberación de la clase obrera solo puede ser obra de la propia clase obrera". Esta tendencia no es algo inherente a la esfera de la conciencia sino a las relaciones de producción capitalistas. Sus raíces históricas básicas, como el marxista italiano Gramsci reconoció más claramente, están en la gran empresa capitalista.

En contraste con la visión totalmente errónea de la historia que todavía tienen algunos pseudomarxistas, así como los historiadores burgueses, esta tendencia elemental no tiene nada que ver con el movimiento obrero original del siglo XIX, que en general, como expresan claramente la palabra inglesa "trade union" y la palabra flamenca "vakorganisatie" (organización profesional), es de origen gremial, es decir, tiene en parte orígenes precapitalistas.

Solo en el siglo XX, con la concentración de miles y más tarde decenas de miles de trabajadores en grandes empresas, surge la tradición y la tendencia a la organización industrial - junto con y contra la tradición y la tendencia a la organización artesanal. Así se logra la potencia o latencia histórica de la organización de los consejos obreros. Se trata de la autoorganización de las masas trabajadoras, que tratan de luchar no solo por salarios más altos y jornadas de trabajo más cortas, sino también por hacerse cargo de los medios de producción bajo su propia administración y control. Las masas aprenden por experiencia que mientras ellas no sean dueñas de los medios de producción y del producto social excedente, de lo que se produce y de cómo se distribuye, todas las demás ganancias permanecen, en el mejor de los casos, parciales. Al final tales ganancias no cambian nada de la situación de los trabajadores como clase social oprimida y dependiente.

Si reconocemos esta explicación sociológica del movimiento de los consejos y de la autoorganización, si entendemos cómo esta tendencia histórica está enraizada en las relaciones de producción capitalistas, entonces es posible hacer una predicción que puede ser vista como una provocación, especialmente en Alemania Occidental: que esta tendencia será más fuerte en el futuro que en el pasado.

En cuanto al desarrollo de Europa desde el siglo XIII al XIX, hay un hermoso poema del poeta protestante Lenau (siglo XIX), llamado Los albigenses, que describe muy bien los movimientos históricos y termina con las bellas palabras: "HuB y Ziska fueron seguidos por Lutero [un pequeño error; E.M] y Hutten [eso es correcto; E.M], los anabaptistas, los Camisards, los que asaltaron la Bastilla, y así sucesivamente’’

Hoy en día, no es necesario debatir que esta línea puede ser extendida: la revolución de 1848-49, la Comuna de París, la revolución rusa de 1905, la revolución rusa de 1917, la revolución alemana de 1918, la revolución austríaca de 1918-19, la revolución húngara de 1919, el movimiento de ocupación de fábricas italianas de 1919/20, la revolución china, la revolución española, el intento de revolución francesa de 1936, la revolución yugoslava, los intentos de revolución griega e italiana de 1944/45, la nueva revolución china, la revolución vietnamita, la revolución cubana, la revolución en Nicaragua, podríamos continuar. Y entre ambas hubo el Mayo del 68, el "otoño caliente" italiano de 1969, la revolución portuguesa de 1973-74, la revolución húngara de 1956, la Primavera de Praga de 1968, el movimiento en Polonia en 1980-81, y así sucesivamente.

Los intentos de explicar esta pauta como resultado de conspiraciones de los servicios de inteligencia o por factores puramente subjetivos no son científicos. Repito: la tecnología existente, el desarrollo existente de las fuerzas de producción, la posición existente de la clase obrera en las principales empresas industriales, dan lugar a un movimiento de emancipación real y periódico de los asalariados, que implica a decenas de millones.

No hay razones para creer que esto terminará en un futuro previsible, aunque la cuestión de cuándo se extenderá a la zona del Ruhr es motivo de reflexión. Pero estamos considerando el desarrollo desde una perspectiva histórico-mundial. Y debemos estar preparados para las sorpresas.

Traducido de la versión inglesa por: Movimiento Revolucionario de los Trabajadores - Ecuador.

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